Lo Celso, decíamos ayer

DAVID FERNANDO RAUDALES
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 Omnipresente en un engañoso trantrán, llenando el escenario con perezosa facilidad, acaparando foco y, como quien no quiere la cosa, viendo líneas y puerta donde el común sólo ve opacidad, el argentino Giovani Lo Celso entonó este miércoles ante el Getafe (2-1) su particular 'decíamos ayer' de Fray Luis de León en su vuelta como titular al Benito Villamarín.

El de Rosario se mostró ante el Getafe de José Bordalás como el mejor de los antídotos para la contaminación de la estadística porque, como los grandes en el toreo, trasciende a los números para erigirse en banderín de enganche de la 'cruzada' del chileno Manuel Pellegrini en favor del espectáculo y del imperativo de ofrecerlo con generosidad y sin mezquindades a los que pasan por taquilla.

El rosarino, de 28 años, volvió sobre la campana del mercado de fichajes desde el Tottenham inglés y tuvo su primera media hora de juego en la victoria ante el Leganés (2-0) de la pasada jornada, en la que también fue decisivo, aunque no tanto como en el duelo ante los azulones, en el que compuso una oda al fútbol y, además, marcó los dos goles béticos.

Volvía el '20' bético a salir por el túnel del Benito Villamarín cinco años después de partir hacia el club White Hart Lane, que fichó por una cifra millonaria al centrocampista 'canalla' al Betis en agosto de 2018 cedido por el París Saint Germain, primera escala europea del de Rosario Central.

Tras tres años en la Premier League y dos de cesión en el Villarreal, el rosarino ha vuelto al Villamarín como si no se hubiera ido y ha agarrado la camiseta desde el minuto uno sin probaturas, pronto y en la mano, como decía Antonio Chenel 'Antoñete' que había que hacer para triunfar a lo grande.

Manuel Pellegrini, quien no ve problemas en poner a todos los buenos en su once, había dejado en el aire la posibilidad de no sacar de inicio a Lo Celso, pero lo puso junto al brasileño Vitor Roque y, desde que pitó el árbitro, demostró que estaba como si no hubiera estado cinco años fuera, que estaba en casa.

Este 'deja vú' con el que definió el Betis la vuelta al once del internacional argentino lo remachó él mismo al confesar que el día en el que volvió a pisar Sevilla "parecía que no había pasado el tiempo" porque aquí fue "feliz" y ahora tiene "la misma sensación" que en la temporada en la que jugó en el Betis antes de irse a Inglaterra.

Un penalti marcado, el primer gol bético, y un zurdazo desde el borde del área, el segundo, fueron la guinda de la noche del de Rosario, quien pidió la camiseta por encima de las cargas de minutos aludidas por Pellegrini con la misma facilidad como quien, con cara de no romper un plato, pide la pelota para ponerla donde quiere.

Como cuando se la picó por encima de la defensa al central Diego Llorente para rematara de chilena, como cuando ve a su 'socio' marroquí Ez Abde antes que nadie o, sencillamente, cuando la pide, atrás para salir jugando o arriba para filtrar, no en balde trascendió los corsés tácticos y se explayó.

Ya Pellegrini había avisado de que "Lo Celso viene a jugar de Lo Celso" ante posibles comparaciones con el traspasado Nabil Fekir o el lesionado Isco Alarcón, y por eso lo puso ante el Getafe como una declaración del principios de lo que el chileno reclamó tras el partido frente a los del José Bordalás, que el fútbol es un espectáculo al que todo, técnicos, jugadores y árbitros, tienen "que aportar mucho más".

"No se puede perder el sentido del espectáculo", sentenció el entrenador de Santiago, quien puso al '20' sabedor que, ademas de su omnipresencia y trascendencia en el juego bético, es de los jugadores que, al trantrán, con aparente molicie y engañosa pereza, devuelve hasta el último céntimo de la entrada.

Carlos del Barco


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