Morant incumple su promesa… para alegría de todos (menos de Boston)

DAVID FERNANDO RAUDALES
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Algunas veces cambiamos de opinión. Otras tan sólo disfrutamos del placer de tragarnos nuestras propias palabras.

Martes, 3 de noviembre. Declaraciones de Ja Morant nada más terminar el partido contra Dallas Mavericks: «Estoy intentando no hacer ni un sólo mate. Creéis que lo digo en broma o que os estoy mintiendo. Pero lo digo absolutamente en serio».

Sábado, 8 de noviembre. Inicio del tercer cuarto en el TD Garden.

Ja Morant hace esto:




Lo que no parece más que una anécdota, es el ejemplo y reflejo de cómo salieron los Memphis Grizzlies al completo en la cancha del vigente campeón de la NBA y en uno de los pabellones más numantinos del circuito.

Memphis salió a ganar, Ja Morant, con o sin mates, salió a ganar. Y los Grizzlies, sudando cada canasta, cada robo, cada aliento local en el cogote, incluso cuando se vieron abajo en el marcador en la cuarta manga tras haber estado mandando durante todo el encuentro, ahí también los Grizzlies demostraron que habían viajado a Massachusetts con una única consigna en su cabeza: ganar.

Y ganaron.

Ganaron, además, a unos Boston Celtics prácticamente al completo. Esto es, los Jays (Brown y Tatum), la dupla de bases (Holiday y White), el sexto hombre (Pritchard) y la que era la única duda y factor diferencial que con su presencia cubre las pocas flaquezas que aún pudiera tener la rotación. Estuvo Kristaps Porzingis tras descansar la noche anterior y jugó 33 minutos.

No hubo excusas.



Profundidad vs titularidad

Tylor Jenkins también pudo disponer de casi toda su rotación, y desde luego le dio un uso mucho más transversal y profundo que el de su homólogo en los Celtics, Joe Mazulla, quien confió en apenas siete jugadores para el duelo de anoche, con Kornet y Hauser quedándose en nueve minutos como piezas 8º y 9º de la rotación.

Mientras tanto, Jenkins, tiró de dos unidades al completo, siendo Santi Aldama y Scottie Pippen Jr. los que menos jugaron, con 17 minutos cada uno. Y Marcus Smart, que volvía a su casa y se reencontraba con su antigua afición. No le salieron bien las cosas al guard en el plano ofensivo, quedándose en un único triple anotado y un 1 de 10 en tiros. Pero fue de lo poco que no le funcionó al bando visitante.

Porque lo demás, sacrificio implícito en ambas orillas, fue un homenaje al baloncesto en toda su inmensidad, respirándose un ambiente que era todo menos el de ‘un partido más de fase regular’.

No sabemos si estos dos equipos se encontrarán en las Finales, pero en caso de que no, ya tuvimos ayer un teaser de lo que nos perderíamos. Un crisol de triples y penetraciones, de circulación en la búsqueda incansable del missmach y de talento suficiente para resolver cuando éste no llega, pero priorizando siempre la búsqueda del tirador abierto.

Morant: dominador total

Ja Morant explicaba que no quería hacer mates por el miedo a caer lesionado al aterrizar, así como por los golpes que se llevaba de la mano del rival que busca el tapón. Pero ante Boston se olvidó de todo ello y en la primera mitad salió a comerse el mundo, así como el aro izquierdo de nuestras pantallas: el de los Celtics.

Arranques verticales, contacto y soluciones arabescas para anotar de las que salía reforzado y triunfador. Morant en estado puro. Y a ello acompañó lo impropio en él, pero que fue igual de fundamental para inclinar la balanza a su favor. Porque Ja Morant es un jugador ‘flotable’, tal como indica su 31,5% en triples a lo largo de su carrera, o el 26,3% de esta temporada.

Ayer, esos números fueron cifras vacías para un Morant que parecía Steph Curry: 4 de 6 en triples bien ejecutados que sirvieron para que la defensa perimetral de Boston no pudiera obviar el punteo. Y eso es olor a sangre para Morant y su juego atlético. El base se machó hasta los 32 puntos, 9 asistencias, 9 rebotes y 4 robos para ser el líder espiritual y estadístico de la velada.

A su lado estuvo Jaren Jackson Jr., con 27 puntos y 4 tapones, y una pesadilla constante atacando el aro, y mucho más fino en el triple que un Porzingis (que enchufó tres desde Cuenca para fallar otros siete) y desde luego que un Holiday al que no cabe en la cabeza que Mazulla le consintiese hasta 17 intentos de la línea de tres (metió cuatro).

Por Memphis destacaron también los 18 puntos de Brandon Clarke y los 1












4 de Desmond Bane, que estuvo brillante en defensa y acabó con el mejor +/- del encuentro, con un +17.

El quinteto titular de Boston, para muchos el mejor quinteto de la Liga (ahí, ahí con el de los Cavs, Suns y Knicks), perdió su duelo directo frente al de los Grizzlies, sumando sus mejores minutos en cuestión de net rating cuando Payton Pritchard (22 puntos) saltaba a cancha.

Partidazo, cierre incluído

Nada, en términos de esfuerzo, se puede reprochar ninguno de ambos conjuntos, pero esas ansias extras de ganar de los Grizzlies se tradujeron seis robos más de balón que supusieron el plus extra de puntos que los hizo salir victoriosos. Eso y la tranquilidad mental para afrontar el clutch con la fe que les había precedido el resto del encuentro.

Porque Boston ya no es ese equipo que se amilana en los últimos cuartos, sino todo lo contrario. Y cuando a falta de diez minutos se puso por fin arriba en el marcador, la mayoría del TD Garden respiró aliviado, pensando que la tarea estaba hecha.

Pero los minutos de descanso de Morant y Porzingis los torearon los Pippen Jr. y compañía, ganándole la batalla a Brown y Tatum, 22 y 17 puntos respectivamente, tocando hoy alabar a sus marcadores más que criticarles su falta de puntería.

Así, tras el zarpazo a domicilio los Grizzlies se colocan segundos del Oeste, empatados con Dallas; misma posición que defiende Boston en el Este y que tras esta derrota se quedan a dos partidos del líder, los Cleveland Cavaliers.

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